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Lo mejor está por llegar

sábado, agosto 19, 2006

Evitar el autocastigo por verse maltratada.

Cuando le pongas nombre a tu situación, cuando lo llamas con el nombre que se merece, entonces sufres una situación contradictoria. Por un lado, sabes que la persona a la que amas o has amado, te maltrata y lo lógico es rechazar el maltrato rompiendo la relación y por otro lado te sientes atrapada en una situación de la que resulta difícil salir.

Las personas que nunca han vivido una situación de maltrato siempre dicen que no entienden por qué una mujer aguanta a un hombre que le levanta la mano. "Si a mí un hombre me toca un sólo pelo -dicen- ya no vuelve a ver el resto de mi pelo".

Lo que ocurre es que esas personas no saben que un maltratador es al principio de la relación un hombre cuidadoso, cariñoso, pasional, que te lleva flores, que te trata como una reina, como tú no creías que te pudiera tratar un hombre.... y, cuando ya estás enamorada hasta las cejas, cuando emocionalmente estás demasiado implicada, un día te levanta la voz y te pide perdón, y tú le perdonas porque es una excepción en el paraíso. Los maltratadores son serpientes disfrazadas de lombrices. Primero conquistan y después esclavizan y da igual la inteligencia y el orgullo, la dignidad y lo fuertes e inteligentes que nos sintamos. Todas somos víctimas potenciales de un maltratador.

Así que una mujer maltratada empieza a sentirse mal por dos motivos. Por un lado, se ve incapaz de romper la relación y, por otro, se siente mal consigo misma por mantener la relación y puede caer en el error de castigarse por aguantar lo que en teoría, otra no aguantaría. Es un error tener esa idea falsa. Otra se vería en la misma situación. Cualquier otra.... e incluso "otro" porque también existen hombres maltratados aunque en menor medida.

Todo el mundo hemos sido maltratados en algún momento de nuestras vidas. Quienes dicen "yo no permitiría que un tío me ponga la mano encima" es posible que esté aguantando a un jefe maltratador.

El maltrato es un mal muy extendido y lo que diferencia un maltrato de otro, es el grado de violencia explícita. Sin embargo, cuando conducimos en la carretera, siempre hay un maltratador que pulsa el claxon porque tú vas demasiado despacio o siempre hay un cliente desagradable que le grita a una empleada de un supermercado y ésta aguanta la vejación para evitar el despido.

Todos, también en gran medida, somos maltratadores y lo que nos diferencia es el grado de violencia que ejercemos. Sin embargo, manipulamos, dañamos la imagen del otro deformando la realidad o dejamos en ridículo a quien no soportamos o faltamos el respeto a quien queremos.

Una mujer maltratada no es más que una mujer a la que se le está faltando a la dignidad, no sólo de su maltratador sino también por parte de quienes no son capaces de comprender que aquello por lo que está pasando no es tarea fácil de resolver. De hecho, las personas que salen adelante tras un maltrato resultan ser más fuertes y más inteligentes que quienes no lo han vivido nunca.

Las personas que dicen que una mujer maltratada es simplemente una mujer tonta, están diciendo la misma barbaridad que aquellos que dicen que una mujer violada es una mujer que ha provocado a su violador y ese tipo de comentarios es tan cruel como el puñetazo del maltratador porque hace el mismo daño a la misma víctima. Quizá incluso más daño porque la víctima que siente que está conviviendo con su maltratador se martiriza porque, encima se ve tonta, consentidora... y cae en el error de culparse también por eso.

Eres muy valiosa. Tu vida puede ser maravillosa. Lucha por conseguirla y no te culpes con nada. La culpa sólo paraliza, no sirve para nada más.

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