La gente piensa que se es violento por acción. Sin embargo nadie se da cuenta de que se puede hacer tanto o más daño por omisión, por falta de atenciones, por falta de amor.
Nadie necesita que un desconocido nos quiera. Lo que necesitamos es que las personas que tenemos a nuestro lado nos quiera y, especialmente, lo necesitamos de aquellas que se encargan de nuestro cuidado.
Si esas personas no ofrecen las atenciones debidas a quienes cuidan, entonces logran un compuesto alquímico fatídico: convierten a niños sanos en adultos enfermos.
Tan nefastas son las consecuencias que, antes de hacernos cargo del cuidado de un niño tendremos que tener muy claro que le vamos a dar la afectividad que necesia.
Si no somos capaces, si no podemos estar con ellos, cuidarles como es debido, abrazarles, darles amor, fortificar su autoestima haciendoles ver que son un valioso tesoro para nosotros, es mejor no asumir ese cargo. Es de buenos padres no asumir la paternidad si no vamos a darle el amor necesario a un hijo.
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