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Lo mejor está por llegar

domingo, junio 10, 2012

Acusaciones por infidelidades irreales.


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Posiblemente hayas tenido que pedir perdón porque una persona del tu sexo opuesto te ha saludado por la calle o porque trabajas con personas de tu sexo opuesto, o por l@s amig@ que se hayan acercado a ti sin más pretensiones que las de continuar una amistad. Entonces tu león se pone furioso por… ¡nada! No le gusta perder el control sobre una teórica infidelidad y siempre te castiga por lo que puede acontecer en vez de por lo que realmente acontece.

Acusa  porque cree que le eres infiel sin constatar que realmente que lo eres y no sólo acusa. También castiga injustamente.

Hay veces que en vuestra relación hay tregua durante un tiempo prologando y parece que las cosas van bien. Parece que ese capítulo está cerrado, a lo mejor nunca estuvo abierto, pero el caso es que durante meses e incluso años, no has padecido ninguna acusación de infidelidad inexistente. Pero de repente empiezan los celos con mucha violencia y no entiendes por qué ocurre. 

Se empieza a desenterrar un pasado de acusaciones falsas o si no hay pasado, cualquier cosa es motivo de guerra: llegar unos minutos tarde a casa, darle la hora a un desconocido por la calle, recibir una llamada inesperada….. todo es motivo de guerra y además es una guerra violenta con objetos rotos, con gritos, con insultos realmente hirientes y da igual las explicaciones que intentes dar, no son aceptadas.

Si esto ocurre, si de repente surge una guerra espontánea con acusaciones sacadas de la manga que no tienen una prueba real de que existen porque no la pueden tener (ya que tú no has sido infiel) y se prolonga durante meses…. ¿has pensado que podría tratarse de una forma de calmar la culpa?

No te extrañe que cuanto más encima esté de ti, que cuanto más violento sea tu león es porque en ese momento esté cometiendo una infidelidad. Te habrás dado cuenta de que esa vigilancia continua para  que tú no le seas infiel, a veces se traduce en una búsqueda delirante del delito ajeno para justificar el delito propio.  

Basta que indagues un poco y descubrirás que algo se esconde detrás de ese cambio brusco traducido en un comportamiento violento y celoso: nuevos hábitos, discusiones que acaban en portazo y se va a la calle y vuelve  pasadas varias horas, demasiado tiempo en el ordenador o quizá se moleste mucho cuando requieres de su presencia…

En ese caso, si has encontrado la respuesta a esa actitud violenta repentina, ya tienes una razón más para ser libre....

¡Vuela!


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