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Lo mejor está por llegar

jueves, abril 28, 2016

Los pequeños abusos del día

Es curioso que esta sociedad sea tan selectiva con el maltrato. Juzgan a los hombres que se portan mal con las mujeres pero no a las mujeres que se portan mal con los hombres. Juzgan a los profesores que se portan mal con los niños pero no a los niños que dañan a los profesores o, lo que es peor, a los padres de los niños que acosan a los profesores. Se juzga el mobbing pero yo he visto cómo otras personas justifican la actitud violenta de sus compañeros de trabajo. Detrás de un despido, nunca hay una investigación de mobbing. Existen en el mercado unos personajes que se llaman laboral killers encargados de conseguir la renuncia de las personas a su puesto de trabajo para evitar los costes de despido y lo hacen a base de maltrato. Hay clientes que ejercen la violencia con personas que les atienden. Una persona que trabaja en el servicio de atención al cliente está expuesta al maltrato a diario. Realmente deberían cobrar un plus por peligrosidad ya que su estado de ánimo, su salud emocional, siempre está en peligro. Pero después de “poner en su sitio” a la chica del teléfono, nos sentimos orgullosos, cuando en realidad, lo que hemos hecho es un acto de violencia infame.

Cuando señalamos el maltrato en una sola dirección, en realidad estamos favoreciendo la violencia. Lo siento por los aludidos.

La violencia es violencia y hay que considerarla en todos los sentidos, tanto como cosa aislada así como cosa recurrente para llegar al máximo de la verdad. Hay que entender que, por mucho que nos duela, cuando un asesino en serie tortura y mata a un número ingente de personas, el malo de la película es el asesino en serie, pero también el padre que le pegaba palizas a diario y también la abuela que pegó al padre y también el adulto que violó a la abuela cuando era niña. Esa es la responsabilidad vertical pero también hay que considerar una responsabilidad horizontal en los niños que abusaron del que ahora es un asesino en serie, la chica que se rió de sus pocas habilidades, la sociedad que permitió que un niño torture y mate animales por ser demasiado laxa con el tema del maltrato animal…  Todos los actos de violencia son semillas de una violencia futura y todos llevamos algo de culpa cuando permitimos los pequeños abusos del día, ese “voy a cantarle las cuarenta a la chica que está en el mostrador” o esa transigencia cuando todo el mundo se ríe del débil, el tonto o el feo.  Los distintos gobiernos de España se han propuesto acabar con la violencia que ellos llaman “machista”. Las medidas de esta ley, suelen estar relacionadas con juicios más eficaces y una ley igualdad entre sexos. Sin embargo, nadie se ha molestado en atajar la verdadera violencia que se encuentra en cómo nos faltamos el respeto unos a otros de una manera continuada sin que nadie lo juzgue como violencia.

Por poner un ejemplo, todo el mundo habla de la violencia en la televisión. Cuando se habla de esta violencia en realidad se está hablando de la violencia en el cine o en series de televisión, es decir, en historias de ficción que todo el mundo sabe que no son reales. Sin embargo, nadie se percata de que, en televisión, vemos a diario una violencia suave pero persistente, que es real y es la que ejercen los periodistas con sus entrevistados para dar carnaza al público, o la que se dirigen los políticos unos a otros faltándose en público, o el humor ridiculizante de algunos showmen. Es deporte nacional ridiculizar a personas en público, hacerles ver que no sirven, que no hacen bien su trabajo, que no saben o simplemente que son gordas, idiotas, visten mal o cualquier cosa que no acepte el grupo.


La peor violencia, es la que reside en las pequeñas cosas, en los detalles, y sobre todo, la peor de las violencias es dividir este mundo entre buenos y malos porque eso implica creer que hay personas que ejercen la violencia y otras que no, y eso no es cierto. Todos convivimos con la violencia, todos hacemos uso de ella alguna vez en nuestra vida, bien porque forma parte de nuestra relación con los demás, o bien porque un día han accionado los resortes más profundos de nuestra psique. 

Cuando dividimos la sociedad entre buenos y malos, pasamos por alto la violencia de los que hemos decidido que son buenos. 

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