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jueves, marzo 31, 2011

¿Están condenadas las gacelas a topar siempre con leones? ¡La respuesta es NO!


Un día leí un artículo que me molestó mucho. En el artículo decía que no hay perfil claro de león, pero sí de gacela y que éstas últimas suelen sufrir de forma reiterada el "estado de fuga" porque eligen caer una y otra vez en las garras de leones. Me molestó leer aquél artículo porque pensé que el autor estaba dando a entender que a las gacelas nos gusta elegir leones y eso supondría que personas como yo estábamos condenadas de por vida a sufrir de nuevo esa situación. Pero ahora he descubierto que no es que nos guste elegirlo sino que quien ha sufrido abusos de pequeño es incapaz de entender que existan situaciones en las que no sea necesario fugarse. Caen de forma reiterada las gacelas que no son capaces de entender que existen pesonas del género opuesto que no son leones.

¿Por qué ocurre esto?

Cualquiera, en cualquier momento y sin previo aviso, puede toparse con un león. Desgraciadamente vivimos en una selva llena de leones así que no es difícil encontrarse con una persona que desee devorar nuestra esencia. Sin embargo es una verdadera suerte encontrarse con un león en la adultez y no en la infancia. En la adultez, encontrarse con un león es un motivo de sufrimiento, sí, pero como sabemos que existen personas buenas por deficinición, ya que hemos vivido una niñez libre de violencia, rechazamos el maltrato y luchamos contra él. En la infancia, este asunto es más complicado. Crecemos con la violencia, nos desarrollamos con la violencia y nuestras relaciones con los adultos que nos rodean es violenta, con lo cual llegamos al convencimiento de que no es posible tener una relación libre de violencia. Esas personas rechazan a los pacíficos porque no creen en ellos y se relacionan con leones porque han aprendido a vivir entre leones y es el terreno que conocen. Suelen ser intolerantes con el más mínimo error que cometan los no-leones y en cambio son muy permitivos con los verdaderos leones.
Así que su forma de relacionarse con las personas es lo que hace que, de forma natural, se relacionen con leones y rechacen especies más tranquilas.
Hay un libro de Rojas Marcos que se titula "La fuerza del optimismo" que explica un experimento muy ilustrativo que se hizo con ratas. Dice que se separaron dos grupos, el grupo de las ratas A y el grupo de ratas B. Al A se le sumergió en una charca con isletas. Ellas nadaron hasta las isletas, descansaron y finalmente nadaron hasta la orilla y se salvaron. Al grupo B lo sumergieron en una charca sin isletas y las pobres llegaron asfixiadas a la orilla pero se salvaron.
Luego sumergieron a ambos grupos a la charca sin isletas y descubrieron que el grupo A nadaba con más fuerza y determinación a las orillas que el grupo B. El grupo A estaba convencido de que encontrarían isletas por el camino y el grupo B sabía que no había isletas.
Con esto quiero decir que quien ha tenido isletas en su infancia va por la vida con la fe de que encontrará isletas y va más seguro y confiado que quien no las ha tenido y esto es lo que ocurre con las personas que no han conocido una relación sana en su infancia. Nadan a la desesperada porque no creen que haya isletas y sus hipótesis son verdades irrefutables.
Así que el primer paso para escapar de esa espiral de sufrimiento es precisamente tener fe en que se puede salir, en que se puede escapar de las garras de los leones y que se puede vivir sin leones.
Por eso digo que las gacelas no están condenadas a vivir con los leones. Basta con que empiecen a creer que existen personas que no son leones.


LA FUERZA DEL OPTIMISMO
Descripción de la Casa del libro:

"Un libro que repasa la historia del pensamiento positivo, que explora los ingredientes que forjan nuestro temperamento y que nos describe el optimismo no como un ejercicio mental o intelectual, sino como una fuerza que nos permite conquistar metas, resistir la desgracia, vencer la enfermedad y relacionarnos con los demás."

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