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En realidad podríamos establecer una clara diferencia entre un zarpazo puntual y otro que no lo es. Cuando una persona que nunca ha sido un león, levanta la mano, es porque durante un buen rato le hemos estado increpando y haciéndole daño de forma continuada hasta conseguir esa reacción. Si tú eres gacela, tú mismo podrás analizar las pocas veces que has perdido los estribos y detectar el mecanismo que ha hecho que tú saltes como un resorte. Normalmente suele suceder cuando nos hieren profundamente con un insulto demasiado fuerte, atacando nuestras debilidades o como defensa frente a una agresión. En el fondo, todos podemos ser violentos si alguien pulsa en nosotros el botón adecuado.
Pero, en el caso de un león, la cosa es diferente. Los leones no levantan la zarpa en un caso extremo solamente. También lo hace en circunstancias que nosotros no podríamos controlar, la mayoría de las veces por celopatía. Una simple mirada casual a un supuesto contrincante, les sirve a los leones para justificar su violencia. Algo que no hiciste o no contaste o algo que hiciste pero que no tenías ni la más remota idea de que podría ser causa de su enfado. Si la razón es el estrés, entonces no tiene razón alguna porque todos sufrimos estrés y no vamos pegando a quienes queremos.
Analiza aquello que mueve a tu pareja a levantar sus zarpas contra ti y te darás cuenta de que vives con un león. Podrías pensar que es un problema de entendimiento y creer que en cuanto te conozca un poco mejor cambiará pero no lo hará, sólo buscará otras razones para levantar la mano.
Podrías pensar también que no ha podido controlarlo pero tampoco es escusa porque, si es así, tampoco podrá controlarlo la próxima vez... y si te cuento la verdad, sí que puede controlarlo porque lo hace a diario con otras personas en el trabajo o en la calle.
Sé intolerante con la violencia. Permite únicamente una sola bofetada, la definitiva, la que debe ayudarte a tomar la decisión. No analices las razones, no existe un sólo motivo para soportar que alquien atente con tu integridad física. Te habrás dado cuenta de que al principio de este artículo te indiqué que podría existir un motivo por el que una persona levante la mano y no sea león y es que le hayas hecho tanto daño que no haya podido encajar tus golpes. En ese caso también debes dejarle para no seguir haciéndole daño. Quizá el león seas tú.
Realmente da igual preguntarnos si el primer zarpazo es una excepción por parte de nuestra pareja. Nosotros debemos hacer que sea el último. ¡Rompe la relación! No importa que haya amor todavía. Cuando se llega a las manos, ya se ha roto todo lo bonito que había entre vosotros. No analices motivos, no justifices circunstancias, no des segundas oportunidades. Si das segundas oportunidades, tendrás que dar terceras. No tengas miedo a la soledad, será mejor que la tristeza. No te apenes por el león... ya encontrará a otra gacela. Saben cómo hacerlo. No se va a morir si le dejas. No eres imprescindible.
No tengas la más mínima duda. Si te duele la más mínima parte de tu cuerpo porque te han pegado, rompe la relación. Será bien para tí y para tu león. La única forma que tenemos de conseguir que cese la violencia de los leones es enseñándoles que en cuanto levantan la zarpa, nos pierden.
¡Ni un sólo pelo!
PERSONALIDADES VIOLENTAS
de ECHEBURUA-ODRIOZOLA, ENRIQUE

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