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Lo mejor está por llegar

miércoles, junio 08, 2011

La violencia de los que no entienden la violencia

¿Por qué no abres los ojos de una vez por todas? ¿Por qué lo permites? ¡Estoy alucinando con lo que cuentas! ¿Cómo es posible que permitas eso? No puedo creer lo que estoy leyendo. Te faltan neuronas. Pero ¿cómo se te ocurre? Estás loc@, no te entiendo. ¿Cuándo te vas a dar cuenta de que esa persona no te quiere? ¿A qué esperas para dejarle? ¿¿¿¿Queeeee???? ¿Que estás dejando que haga tal cosa? ¿Cómo puedes ser tan sumis@? ¿Acaso no tienes pies para huir?...

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Frases como éstas son las que se encuentran gacelas cuando piden ayuda a otras personas esperando consuelo pero encontrándose con la frustrante sensación de que no pueden desahogarse con nadie porque sólo van a encontrar más de lo mismo. Estas desafortunadas frases no ayudan a nada. Sólo a bloquear más a las gacelas que ya oyen a diario a un león diciéndoles que son inútiles, que no sirven para nada, que no saber hacer nada.

Normalmente, cuando una gacela pide ayuda, no suele hacerlo a la familia creyendo que molestan. Buscan un profesional o piden ayuda en el anonimato de la red. En cuanto a los primeros, no todos conocen el mecanismo de una relación "en estado de fuga" y a veces utilizan expresiones desafortunadas como las que he descrito. Lo sé porque a mí me las han formulado. Normalmente pensamos que los psicólogos son todopoderosos que nos pueden ayudar con fórmulas mágicas. Está claro que han estudiado para ayudarnos a ordenar nuestros pensamientos pero no todos los psicólogos son adecuados.  Hay psicólogos que saben tratar el maltrato. Normalmente son los especializados en esta tarea. Cualquier psicólogo no sirve y en parte debemos aprender a no endiosarlos para que también sean más eficaces en su tarea de ayudar.

No obstante, desde que traté con profesionales hasta ahora, seguramente han podido mejorar e incluso es posible que los haya especializados en maltrato.  El acceso a las ayudas psicológicas también se convierten en un problema debido a que los gratuitos son casi inaccesibles. Suelen dar fechas muy lejanas y eso no ayuda a gacelas que toman decisione en momentos calientes y poco reflexionados. Cuando han pasado todos las semanas hasta que llega su cita, ya no están tan decididas a intentar buscar una coartada para escapar de sus casas y acudir al psicólogo. Hay leones que odian a los psicólogos porque piensan que éstos van a actuar como jueces.

Pese a todo, por supuesto, la ayuda psicológica es imprescindible pero es importante que decidamos ir a la consulta de un psicólogo que no nos haga daño. Si estás hart@ de que tu pareja te grite y vas a un psicólogo y éste te grita... ¡no vuelvas!
En el peor de los casos en los que topemos con un psicólogo, éste puede estar dotado de baja sensibilidad. Sin embargo corremos menos riesgo de encontrar violencia en un psicólogo que en la red. Las frases que he escrito en el principio de mi artículo son frases reales extraídas de foros de maltrato y no son las más fuertes que he leído. No digo que en ellas se encuentre la intención de herir. Creo, más bien, que el lenguaje fuerte tiene como intención "hacer reaccionar" a la gacela. Quizá se piense que un lenguaje "enérgico" puede hacer que la gacela tome una decisión.
Pero el caso es que estas frases están llenas de incapacidad de comprender que en una relación de "estado de fuga" deben romperse muchos enlaces erróneos en nuestro cerebro para dar con la solución. Una gacela es dependiente emocionalmente, a veces porque su león le hace ver que es imprescindible, a veces porque su león le convence de que sin él no será capaz de salir adelante. A veces es miedo, auténtico terror. A veces es confusión, incapacidad para determinar si lo que se siente es amor o dependencia. Hay un poco de síndrome de Estocolmo al que yo entiendo como la extrapolación de nuestros mecanismos de defensa que se desarrolla cuando negociamos con el león para evitar que nos agreda. Tratamos de hacerle ver que estamos a su lado, que no le vamos a traicionar y ese mecanismo de defensa, se vuelve una condena difícil de romper.  Hay tantos vínculos invisibles que convierten a la relación en una adicción, que cuando tratamos a nuestra gacela de estúpida, lo que estamos provocando es reforzar dichos vínculos convenciéndola de que no es capaz de romperlos.

No estamos exentos de que un verdadero león se cuele en los foros y decida herir a personas a las que no conoce. Insultar a una gacela herida resulta tan cruel como golpear a una persona enferma, pellizcar a alguien que se ha quemado en su piel dolida.

Si la intención es ayudar, lo que debemos darle a una gacela, en ningún caso deben ser exigencias. El lenguaje debe ser positivo porque ella ya es consicente de que las cosas no son fáciles. Bastante se autocastiga como para encima seguir castigándole. Es conveniente intentar hacerle ver que todo se puede cambiar, que lo que considera difícil lo puede vencer con empeño. Una gacela debe ver posible la libertad y sólo ayudándole a planear esa posibilidad seremos de real utilidad. Tenemos que ayudarle a planear su fuga. Debemos ser la parte racional que ella, debido al estrés postraumático, no puede ver con claridad. Debemos darle  información útil, ofrecerle información que en la red podemos encontrar de forma gratuita. Invitarla a que pase por la asociación de ayuda al maltrato de su ciudad o a leer los libros que hablan de su situación.

Salir del maltrato es difícil pero no imposible. Una gacela no va a tener a su lado a un superhéroe que le arranque de su león y le resuelva la vida. Hay que darle fortaleza para que ella se convierta en su propio superhéroe y con el lenguaje violento no ayudamos nada.
Si realmente queremos ayudar a una gacela herida hay que llevar consigo yodo y tiritas, nunca un cuchillo.

Si no tienes palabras que inyecten optimismo, permanece en el silencio, por favor.

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