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Sin embargo, recientemente he descubierto algo que no sabía que ocurriera y es que no todas las situaciones de conflicto despiertan esos mecanismos de los que hablaba.
Una gacela que trabaja de cara al cliente me contaba que diariamente recibía gritos y malas formas de leones esporádicos a los que tenía que atender. Curiosamente, acostumbraba a dejarlos gritar y esperar a que se calmasen. Una vez calmados, aquella gacela podía hablar serenamente y convencerlos de que lo que exigían era excesivo o explicarles que lo ocurrido tenía una razón de ser o en algunas ocasiones, cuando llevaban la razón, simplemente darles la razón. Me contaba que esas personas no le hacían daño. Se había acostumbrado a que en este mundo hay gente con malas pulgas y poca inteligencia que cree que a gritos consigue más cosas cuando suele ser lo contrario.
El caso es que no se explicaba cómo era posible que, siendo experta en lidiar con momentos de furia sin que ninguno de ellos pudiera afectarle, sin embargo las palabras suaves de su pareja podían llevarle a estados de ansiedad.
Recordé entonces mis experiencias selectivas en las que efectivamente ocurre eso, algunas veces ocurre y otras veces no ocurre. En ese momento me puse a investigar las similitudes y las diferencias entre unas experiencias y otras y llegué a una conclusión reveladora:
Los leones tienen por costumbre gritar, amenazar, humillar, como cualquier desconocido que nos encontramos en la calle pero la diferencia estriba en que esos gritos, humillaciones y amenazas tienen como objetivo poner en duda la integridad de la gacela. Los leones, cuando gritan, no gritan al azar palabras derivadas de un enfado, gritan culpando a la gacela de que ha hecho algo que no debía: hablar con alguien, mirar a alguien o simplemente estar en el momento equivocado en el sitio equivocado. Los insultos que utilizan no son los que utiliza alquien que está enfadado ("Gilipollas" "estúpido"... ) utilizan insultos que dañan gravemente la imagen de su gacela y que ni siquiera tienen que tener aspecto de insultos (coqueteas con tod@, juegas conmigo, torpe, retrasad@ mental, inútil...).
La forma más eficaz de hacer daño a un trabajador es poner en duda su eficacia en el trabajo, levantar una mala imagen de esa persona alrededor de sus compañeros, reírse de sus ideas delante de terceros. La forma más eficaz de dañar a la pareja es la de poner en duda su amor, su integridad o fidelidad, su inteligencia o su capacidad para resolver lo cotidiano.
Cuando un león decide humillar a su gacela delante de terceros, procura que todos se enteren de sus errores o de lo que aparentemente son errores.
Cuando un león decide "perdonar" a su gacela, lo hace sin admitir jamás su culpa. Sólo cierra el episodio asentando el daño: "está bien, eres torpe, pero te lo pasaré por alto esta vez". Un león jamás dirá: "lo siento, me he excedido, no es verdad lo que he dicho, perdoname".
Por eso hay personas que pueden despertar de nuevo el mecanismo desarrollado durante una relación de maltrato (una vez que ésta se ha acabado): porque utilizan la misma forma de relacionarse. Y es que...
Por la forma en cómo hieren, los conoceréis.
Hola, yo no estoy de acuerdo solo en una cosita, un león si puede decir: lo siento, me he pasado, no lo decía de verdad, perdóname....y todo esto con lágrimas en los ojos pero sólo hará esto si ve que estas dispuesta a marcharte porque ya no aguantas mas..... un blog estupendo, muchos abrazos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu puntualización. Sí, es verdad, a veces te piden perdón. Su forma de pedir perdón es también manipuladora y tiene como objetivo que tengas dudas si después de una guerra decides retirarte. Pero ese perdón no lleva consigo asumir la responsabilidad de lo ocurrido para intentar corregir. Jamás se corrigen.
ResponderEliminarGracias por tu apreciación sobre el blog.