Translate

Lo mejor está por llegar

miércoles, enero 04, 2012

¿Cuántas oportunidades más?


Durante mucho tiempo has estado viviendo una historia que se repite una y otra vez: aguantas estoicamente tu relación hasta que un día llega a un tope y decides romper, tu león llora, se arrodilla, te jura y te perjura que va a cambiar, tú te sientes culpable porque el león está sufriendo y te da pena y además le quieres o a lo mejor lo que pasa es que el entorno fuera de casa es demasiado hostil, así que decides darle una oportunidad con condiciones y vuelves a tu relación infernal que está bonita durante un tiempo y que luego se convierte en lo mismo de siempre. ¿Cuántas veces más tienes que repetir este ciclo? ¿Y por qué se repite el ciclo? Para explicar esto, tengo que hablar un poco de la empatía.


Como sabes, la empatía es un término que está muy valorado últimamente y que incluso lo tienen en cuenta las empresas para elegir candidatos en determinados puestos en los que ésta es imprescindible como, por ejemplo, en sus departamentos de atención al cliente. Se considera que la empatía es saber ponerse en lugar del otro y saber entenderle. Sin menospreciar su gran valor (ya que la empatía nos hace más humanos) he de decir que ésta es un obstáculo importante en la vida de las gacelas.


Pese a su gran valor, como digo, la empatía es errática en estos casos por una razón muy sencilla: porque no es posible ponerse en lugar del otro aunque lo pretendamos ya que el lugar del otro es un campo desconocido. Normalmente, lo que nosotros llamamos "empatía" es el ejercicio de preguntarnos cómo nos sentiríamos nosotros si estuviéramos en el lugar del otro, en las mismas circunstancias. Sin embargo las gacelas no sienten de la misma forma que los leones y explicaré en qué se diferencian.


Desde luego, si a un niño le plantaras una foto de un león y otra de una gacela y le preguntaras en qué se diferencian, te responderían muy claramente: "¡Pues en todo!"


Los leones son violentos porque tienen baja resistencia a la frustración. Cualquier pequeña contradicción es una razón para saltarse todos los límites del respeto y cuando algo no está bajo su control y de repente ya no les sirve la violencia, entonces lloran e imploran y prometen cambios. Sus lágrimas no brotan de la misma forma en que te brotan a ti. Lo que no consiguen por la fuerza entonces lo piden llorando e implorando y apelando a la pena. 


Por eso, sus lágrimas no son iguales que las tuyas.


Por lo general, su llanto y su pena tienen un objetivo y ése es atraparte. Todo el mundo tiene desgracias en la vida. A todos nos pasa algo que nos hace sufrir. Los leones no son los más desgraciados del mundo aunque eso sea lo que venden para que el día que decidas dejarle tu primer pensamiento sea: "todo el mundo le ha dejado de lado y yo estoy haciendo lo mismo". Sus lágrimas son parte de una estrategia.


Consiguen amarrar a las gacelas con la cuerda de la culpa. 


La empatía no te sirve, gacela. Ni ellos sienten como tú, ni es real lo que te hace sentir culpable. En una situación de "estado de fuga",  absolutamente todo lo que ocurre está sujeto a las leyes de la supervivencia. Las normas habituales de convivencia, por tanto, no te sirven. Tu sentido de la lealtad y de la compasión te están estorbando. Tu empatía es la que te atrapa a ese círculo. 


Si vivieras en guerra y te encontraras con un soldado del bando enemigo, huirías o lucharías, no te plantearías ser educad@. 


Ya sé que lo que te estoy proponiendo es muy impopular pero no lo haría si vivieras con una persona normal, que respeta tu libertad y tu capacidad de decisión. Pero como no es el caso, todo lo que has aprendido en la vida sobre pensar en los demás e intentar no hacer daño a nadie no te sirve y no te sirve porque tu león te está convenciendo que siendo tal y como eres, le haces daño y que es mejor que te amoldes a su capricho y tú lo haces porque te da pena.


Castiga a tu empatía, gacela, métela en un cuarto oscuro un tiempo, hasta que seas libre. Ponla en barbecho porque luego te será muy útil, cuando estés alejada de la persona que más daño te está haciendo en tu vida. Pero ahora tu objetivo es ser libre y la primera cadena que tienes que romper es la culpa que, por otro lado, es irreal. 


Fuente de la foto
¡Rompe la cadena de la culpa!

2 comentarios:

  1. Anónimo3:55 p. m.

    No lo has podido describir mejor, la empatia con los maltratadores es caer en una trampa, buscando comprender, ayudar, sintiendo compasion, pena etc. Hay que protegerse y sacar nuestro lado mas racional y entender de una vez por todas que es mision imposible pretender ser empatica con una persona disfuncional. Solo cabe alejarse y no caer en sus manipulaciones.

    ResponderEliminar
  2. Gracias anónimo:

    No estamos haciendo nada malo por intentar vivir en paz y no somos los culpables de sus supuestos sufrimientos. Ellos son quienes eligen sufrir.

    ResponderEliminar