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Lo mejor está por llegar

domingo, octubre 07, 2012

La raya

Fuente de la foto
Una vez, el que fue mi león, me me informó de su ley, por la cual se relacionaba con los demás. La recuerdo muy bien, yo iba de copiloto en el coche que él conducía y me estaba contando una experiencia en el trabajo con una compañera a la que también maltrataba, esta vez declarándolo a conciencia con su "ley del que se pasa de la raya". Creo recordar, además, haber hablado de esa ley en algún artículo anterior, mencionándola de soslayo, pero el caso es que es tan terrible y tan cruda que convendría hablar de ella reiteradamente para que penséis qué pasa por la cabeza de un león.

Al parecer, aquella compañera, a la que tanta  inquina le tenía el león, había cometido una imprudencia, un desliz molesto que para alguno de nosotros, sólo hubiera supuesto una llamada de atención, intentar hablarlo para aclarar las cosas o bien una queja. Sin embargo, su reacción fue exagerada, violenta (gritos y amenazas con dar un mal expediente sobre ella como al final hizo arruinándole la carrera).  

Contándome la historia, que vagamente recuerdo, me habló de esa ley que jamás se me ha olvidado. Me dijo que, cuando alguien se pasa de la raya con él, aunque sólo sea un milímetro, él se la devuelve, pero no se pasa un milímetro, sino cien kilómetros y me comentaba que una vez pasados de la raya, la contrarreacción era siempre la misma, sus cien kilómetros porque no permitía que nadie se pasara de la raya. Para él era lo mismo de gravoso un milímetro que mil y por tanto su reacción siempre era la misma, sus cien kilómetros.

Aquella ley del talión a lo grande, me confirmó una vez más, aunque de forma más decepcionante, que el ser humano que tenía al lado estaba totalmente carente de humanidad y se quedaba en solo "ser", máxime cuando los límites los fijaba él. A veces las personas que le rodeaban no eran ni siquiera conscientes de que se estaban pasando de la raya ese milímetro, a veces ni siquiera era intencionado y, es más, a veces, ni siquiera era real. Aquél león castigaba por lo que intuía que pensaban los demás. Si, por ejemplo, a alguien se le metía una brizna de polvo en un ojo, él imaginaba que le estaba mirando mal y que ya se había pasado de la raya.

Recuerdo una vez, que conocí a un amigo suyo que, en un momento de euforia etílica, me confesó que aquél que fue mi león, tenía "manías persecutorias", por lo que deduje que ya le había visto los dientes al león. Sus pasadas de raya a lo grande eran reacciones frente a acontecimientos, a veces fortuitos, inintencionados o incluso imaginados. Su reacción era exagerada, fuera de lugar y siempre violenta. 

Por eso hay que estar alerta cuando observamos una reacción exagerada ante un acto nimio, especialmente en el trabajo, ya que podríamos estar topando con un león que nos arruine la vida y a veces no estamos casados con ellos... pero los hay por todas partes. 

No confíes en quien se pasa de la raya a lo grande, ni siquiera cuando tenga razón. 

7 comentarios:

  1. Anónimo12:51 p. m.

    Gracias por este blog. Gracias a millones. Estoy en proceso de fuga, huida, pánico, miedo.... pero sé que no volveré atrás.
    Cada vez que leo una entrada de este blog me veo tan reflejada que me asusto.
    Yo sí he tenido dinero para acudir a varios especialistas que se suponía que me iban a ayudar. Nunca ha sido así. Terminaba con la duda de ser yo misma una desequilibrada.

    Por fin veo el horizonte y espero que también el de mis hijos.
    Gracias una vez más.

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  2. Gracias a ti por el comentario, Anónimo. Verás con el tiempo cómo no eres ninguna desequilibrada, en absoluto. El desequilibrio de tu vida pronto lo dejarás atrás y te sentirás estupendamente bien. Ojalá algún día podamos brindar por ello.

    ¡Alzo mi copa con impaciencia esperando tu paz pronto!

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  3. Anónimo10:21 p. m.

    Precisamente hoy que tuve una discusión leo esto y me asusto creí que exajeraba en pensar mal de mi león también estoy en estado de fuga espero pronto respirar tranquila aquí me siento como un pez que sacan constantemente del agua. Creo que no necesito explicarlo espero un día decir que lo logré. No se por que pero creo que pronto llegara el dia, me cansan sus amenaza de quitarme todo materialmente hablando,pero prefiero eso a tener un objeto de el y vivir con miedo que algún dia me busque con el pretexto de quitármelo. Mejor sola sin nada pero libre y tranquila.

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  4. Querida Anónima:

    No tengas miedo por lo material. En realidad, los leones nunca pueden llegar tan lejos como dicen que pueden llegar en sus amenazas. Las exageran con el propósito de inducir miedo pero no tienen tanto poder. No obstante, aunque lo tuviera tu león, aunque fuera tan poderoso o tuviera tantos contactos que consiguiera despojarte de todo, tú tienes algo que no te puede quitar en la vida: tus manos, tus capacidades, tu inteligencia y tu fuerza para salir adelante. En este mundo no salen adelante quienes lo tienen todo fácil sino quienes no se achantan cuando lo tienen difícil.

    ¡Animo!

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  5. Anónimo5:00 a. m.

    Bueno......yo ya me fugué hace año y medio....pero tengo un nexo con mi león un bebé de dos años....la verdad....hay días que estoy feliz y hay días que lo veo todo negro..porque cuando tienes algo que te une...siempre tienen una forma de hacerte daño....amenazarte con que algún día tendrá la custodia, no cogerte el teléfono cuando se lo lleva (porque le toca y aunque tenga obligación de hacerlo) y que así estés todo el fin de semana intranquila sin saber cómo está el niño......un calvario vaya!!!! Espero que poco a poco todo se calme.....porque encima para el siempre la mala soy yo (por supuesto), utilizan a los hijos de armas arrojadizas para hacer daño... pero cuando el maltrato es psicológino únicamente no hay forma de probarlo y los psicólogos de los juzgados son una mierda (y lo siento si alguien se da por aludido) no se mojan....o simplemente les engañan tan bien que acaban pensando que la mala eres tu.........en fin!!!!

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  6. Anónimo3:19 p. m.

    Gracias a Ana Isabel por este blog estupendo que tanto me ha ayudado.

    Hace ya un año y dos meses que salí de una relación catastrófica, con un león que me machacaba psicológicamente por todo. Tenía que pedir perdón prácticamente hasta si se me caía un tenedor.

    Y hoy... aunque todavía me acuerdo a veces, lo único que siento es un desprecio enorme por esa persona. y me he hecho fuerte, aunque volviera a aparecer (espero que no) estoy totalmente blindada y no podría hacerme daño. De hecho, casi podría decir que "me da pena", en el sentido de que me parece que está totalmente trastornado. Así es que... bastante tiene con lo que tiene, ya la vida se encargará de ponerle en su sitio.

    Hace cuatro meses conocí a otra persona fantástica que tiene un comportamiento totalmente opuesto. Me hace reír, hace planes conmigo, me trata bien, me escucha, se preocupa por mí... En fin, una persona NORMAL.

    Así es que ánimo, el mundo está lleno de personas NORMALES, sólo hay que dar una patada en el trasero a estos otros. :) Suerte, ánimo y mucha fuerza a todas!!!

    Jennifer

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  7. Hola, Jenifer, me alegro mucho de tu nueva suerte y yo siempre resalto en negrita precisamente eso para las personas que aún no han podido salir: no sólo se puede salir sino que además la vida te da otras oportunidades fantásticas con que cumplir tus sueños.

    A la amiga anónima anterior a Jénifer, disculpad que no escriba con más rapidez. Debido a problemas de trabajo no me doy cuenta pero podéis contar conmigo en anaislibre@gmail.com

    Aunque a simple vista, puedas parecer la mala ante los jueces o ante los niños, para éstos últimos que son los que más importan, no pienses que son tan ciegos. Hay un momento en nuestra vida en que nos damos cuenta de quiénes somos y qué nos han dado nuestros padres y sabrán perfectamente qué nueva vida feliz estás intentando darle a tu hijo y qué vida le está dando el león.

    No puedes evitar que tenga que verlo, pero sí denunciarlo si ves algo raro y, ya sabes, dar a tu hijo un beso por cada palabra mala que el león le da a tu hijo de ti... poco a poco tu hijo se dará cuenta de que prefiere los besos.

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