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Lo mejor está por llegar

sábado, septiembre 03, 2011

Malos Psicólogos (lástima) y psicólogos forenses (¡menos mal!)

Cuando yo experimenté mi "estado de fuga", busqué un psicólogo. Los únicos gratuitos que encontré, no fueron capaces de entender y tratar mi problema. De hecho, una vez me fui muy apenada de una consulta en la había sido tratada a gritos. ¿Cómo puede un psicólogo tratar a gritos a una persona que sufre porque en su casa le tratan a gritos? Era demencial.
Me encontré con un problema de difícil solución. Una persona en "estado de fuga" tiene limitado salir a la calle, relacionarse con personas e ir a un psicólogo para decirle que vive con un león, no suele tener para pagar a un especialista y cuando pide una cita no sabe si podrá ir porque se la dan a las tres semanas y quizá no encuentre la coartada adecuada para asistir... una persona que se encuentra con esta realidad, le resulta bien difícil recibir la ayuda que necesita, especialmente si una vez resueltos todos esos obstáculos te encuentras con un psicólogo que te trata a gritos.
Lo intenté muchas veces. Primero contacté con una asociación que daba ayuda psicológica a mujeres. No trataban el maltrato específicamente pero era más barato que ir a un psicólogo privado. Ahí me encontré a la Sra. Gritos.
Llamé al teléfono de la Esperanza (en aquella época todavía no existía el 016) y me trataron muy bien. Me podían dar asistencia psicológica en persona pero me citaron para 4 semanas y yo tenía el problema en ese momento. No les culpo. En absoluto. Hacen muy bien su trabajo al teléfono y encontré verdadera ayuda cada vez que llamaba. Pero cuando llegó el momento de la cita, tuve bronca y no pude ir.

Fui a la Seguridad Social. Encontré a una psiquiatra estupenda pero al ser psiquiatra, no me pudo atender y me derivó a una psicóloga que, al plantearle que estaba siendo maltratada, me acusó de que yo tenía unos sentimientos muy infantiles. Dejé de ir.
Luego lo intenté con el seguro médico. Al explicarle a la psiquiatra lo que me ocurría, me ponía caras de asombro, de alucinada, como si no creyera lo que estaba oyendo y después me dijo que no me podía atender y que mi seguro médico no cubría la asistencia psicológica.
Nunca fui a la asociación de mujeres maltratadas como víctima porque eso sería como firmar mi sentencia con mi ex-león. Si se enteraba, me la jugaba. Me presenté voluntaria y así se lo vendí al león: iría para "ayudar" a otras mujeres. En la asociación, no podían detectar en ese momento que yo necesitaba ayuda y me pidieron el favor de acompañar a otras mujeres que van a los juicios para que no se sientan solas. Me pareció buena idea y quizá con el roce y el tiempo, ellas hubieran detectado mi situación. Pero no pude colaborar nunca con aquella asociación. En cuanto se enteró mi león, se acabó.
También lo intenté con un psicólogo privado pero sólo pude ir a una sesión porque no tenía dinero para ir con la asiduidad con la que tenía que asistir.
Este fue mi triste periplo por los psicólogos. Así que a falta de ayuda, decidí autoayudarme y empecé a leer libros sobre maltrato donde encontré mi verdadero refugio. No soy psicóloga pero soy una alumna aventajada. Encontré mis propias soluciones. Vencí en la soledad mi propio infierno y lo que escribo ahora es el resultado de no haber encontrado la ayuda que necesitaba.
Por eso escribo. Yo no sé cómo está el sistema ahora. Creo que ha mejorado, pero, puesto que yo no tuve oportunidad ni apoyo, escribo esta blog con toda la información que tengo para quienes, como yo, puedan verse en dificultades para acceder a la ayuda. Así que expongo, de forma gratuita, lo que a mí me ayudó.
No obstante, y ahora entro en el tema del que quería hablar, reconozco que hay asuntos que no puedo aclarar y que trato en la blog de forma muy superfical, especialmente en el tema legal. Yo soy de esas personas que pudieron y debieron denunciar pero que no lo hicieron, así que nunca he pasado por un proceso legislativo que me permita tener una opinión clara sobre cómo funciona. Tampoco estoy metida en el mundo de la ley como para conocer el procedimiento, así que no sé nada de estos temas y cualquier persona que pueda arrojar luz sobre mi ignorancia, lo agradezco.
Hace tiempo hablé con una persona que sí trabaja en este mundo y me contó algo sobre el procedimiento que me pareció tremendo. Me dijo que las personas que eran denunciadas por maltrato, eran encerradas en el calabozo de inmediato y que luego perdían derechos sobre la vivienda y la custodia de los hijos. Me dijo también que había abogados que aconsejaban a sus clientas que denunciaran maltrato para conseguirlo todo y que se estaba dando un porcentaje muy alto de denuncias falsas. Que la ley, efectivamente estaba protegiendo a las mujeres con bastante eficacia pero que dejaba desprotegidos a hombres inocentes y a veces "en estado de fuga". Me pareció tan terrible que lo denuncié en este artículo: ¿Són realmente útiles las denuncias?

Recientemente he hablado con una persona que ha pasado todo el proceso. Ha denunciado a su león porque puso su vida en peligro y a éste lo metieron en un calabozo tal y como me comentaba aquella persona que trabajaba dentro del sistema. La casa que tienen en común fue concedida a la gacela al menos durante un tiempo, pasado el cual tienen que encontrar una solución. En cuanto al león, existe una orden de alejamientoque no se está incumpliendo por ninguna de las dos partes aunque para el león no ha acabado todo.

Fuente de la foto
Me comentó esta persona que en el juicio tuvieron que hablar con un psicólogo forense que determinó quién era el león de la relación y también me comentó que conoce casos en los que estos psicólogos forenses han determinado que el verdadero león es el que puso la denuncia, lo cual me relaja bastante porque eso significa que el sistema no es tan injusto como yo creía. Me encanta que exista esta figura del psicólogo forense y deseo y espero que cuenten con recursos útiles para determinar y detectar al verdadero león que en muchos casos es él, pero en otros, es ella. Me encanta saber que las cosas no están tan mal como yo pensaba. Me encanta saber que las gacelas denunciadas tienen una oportunidad.


¡Me encanta equivocarme!

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